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La Pirámide de necesidades de una empresa

Contenido Técnico elaborado por Esker

Las empresas son como seres vivos. A fin de cuentas, su activo más valioso son las personas y la tendencia para situar al cliente o usuario en el centro de la estrategia es imparable, más aún con el afortunado advenimiento de los criterios ESG (Environmental, Social and Governance). Esta naturaleza tan particular es la que abre la puerta a poder hacer analogías con la Pirámide de Maslow o, lo que es lo mismo, la teoría psicológica de la jerarquía de las necesidades humanas que formuló Abraham Maslow en 1943.

En su obra Una teoría sobre la motivación humana, Maslow expone cómo el ser humano sólo es capaz de aspirar a deseos más elevados una vez que ha satisfecho sus necesidades más básicas. Si lo pensamos, en una empresa sucede exactamente lo mismo; no es posible alcanzar metas ambiciosas si antes no se consiguen otros hitos del día a día.

En la teoría de Maslow, la base de su pirámide son las actividades más esenciales, sin las cuales la existencia sería imposible. Son las necesidades básicas o fisiológicas, es decir, respirar, beber agua y alimentarse, descansar… sin cuya satisfacción no es posible la existencia. Si tuviéramos que definir las necesidades fisiológicas de una compañía, éstas pasan por disponer de efectivo, disfrutar de una liquidez y solvencia que le permita moverse en un entorno que, además, cada vez es más impredecible. Sin esas necesidades esenciales cubiertas, ninguna organización puede subsistir.

La automatización como necesidad básica

Ahora bien, ¿de qué manera es posible satisfacer la base de la pirámide en un escenario cambiante en el que el resto de las organizaciones cada vez representa una mayor competencia?

La clave está en los procesos Source-to-Pay (S2P) y Order-To-Cash (O2C), que vendrían a ser las herramientas de las que se vale la empresa, del mismo modo que el ser humano recurre a otros instrumentos para obtener alimentos, agua, etc. La rapidez, precisión y eficiencia con que se gestionan estos procesos, que van desde la búsqueda de proveedores a la gestión de pedidos, pasando por los servicios de cobros y pagos, es crucial para el futuro de la organización.

Si continuáramos con la analogía, podríamos decir que del mismo modo que en la historia de la humanidad han surgido descubrimientos (el hierro, la pólvora, la automoción…) que han marcado la diferencia en esta cobertura de necesidades básicas, en las empresas sucede ahora lo mismo con tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA) y la automatización (RPA, Robotic Process Automation).

Gracias a la incorporación de estas innovaciones es posible culminar estos procesos S2P y O2C de un modo mucho más eficiente, reduciendo drásticamente la tasa de errores. Cobrar diligentemente a nuestros clientes facilita una mejor estrategia de pagos, al tiempo que se garantiza de manera automática un flujo de caja que permita seguir operando y creciendo.

Apostar por la IA ya no es una opción porque, ahondando todavía más en la analogía y adoptando un enfoque darwiniano, las empresas que no se adapten, terminarán desapareciendo, arrasadas por la competencia que se mueve más rápida y certera.

La IA predictiva, sinónimo de protección

Satisfechas las necesidades primordiales, la Pirámide de Maslow salta a un segundo nivel, el de las necesidades de seguridad y protección. ¿Cómo aplica esto en una organización? Dada la incertidumbre macroeconómica existente, reducir la exposición a riesgos innecesarios pasa por ser una máxima irrenunciable. Este planteamiento se pone en práctica gracias a la optimización de los procesos S2P y O2C, capaces de evitar y anticiparse a situaciones indeseadas.

La incorporación de la IA y sus capacidades analíticas predictivas, permiten adelantarse a problemas en nuestra cadena de suministro analizando previamente los riesgos asociados a cada proveedor, sin mengua de los correspondientes cumplimientos normativos. Del mismo modo y gracias a este enfoque data-driven, la constante monitorización de los patrones de comportamiento de nuestros clientes también evita que los impagos o la extensión de los periodos medios de pago terminen por penalizar nuestra tesorería.

Relacionado de manera muy estrecha con este punto, saltaríamos al siguiente escalón de la Pirámide, el referido a las necesidades sociales, esas de afiliación y afecto a las que aspira toda persona. En el mundo empresarial, especialmente ahora con las estrategias ESG que devienen en crecimientos de suma positiva, las organizaciones buscan impactar positivamente tanto en sus clientes, como en sus empleados y la sociedad y el medio ambiente. En ese ambicioso propósito, allanar el camino a través de la automatización inteligente puede ser la mejor apuesta para que esa suma positiva se refleje en todos los ámbitos.

La motivación de crecimiento

Dos escalones restan en la Pirámide de Maslow y ambos aplican en el mundo empresarial. La necesidad de estima, tanto para uno mismo como para con los demás es un ingrediente básico en la receta del éxito de cualquier compañía. Contar con procesos de negocio afinados, ágiles y eficientes, capaces de dotar a la empresa de la capacidad de adaptación y resiliencia que requiere el actual contexto económico confiere una confianza y competitividad que se proyecta al resto de stakeholders (clientes, empleados, proveedores…).

En ese sentido, esa apuesta por la innovación situando a las personas en el centro trasciende a la rentabilidad y los buenos resultados económicos, es lo que construye la imagen de marca, la buena reputación, la fidelidad de los clientes y el engagement de los empleados.

Este planteamiento es el que, inequívocamente, lleva a la cúspide de la Pirámide, la que busca la necesidad de autorrealización o, como también lo denominó Maslow, la motivación de crecimiento. Alinear tanto el modelo de negocio como las tecnologías con unos sólidos valores empresariales que marquen en su horizonte ese crecimiento de suma positiva solo es posible si se abre la puerta a la creatividad, a la generación de valor añadido que revierta en el conjunto de la sociedad. Para ello, confiar en las bondades de la IA y la automatización es sinónimo de liberar tiempo y recursos para, precisamente, propiciar esa creación de valor que, a la postre, satisface la motivación de crecimiento, pero no de cualquiera, del crecimiento de suma positiva.

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